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Mapinguari

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(Con notas de la revista Variedades, de La Paz - Bolivia, julio 1994, encontrado en un baúl) En los días navideños últimos, un campesino pandino de nombre Santos Isihita, declaró al corresponsal del diario Presencia que mientras pescaba en un río sintió de pronto que algo alteraba la normalidad del lugar.  Levantó la cabeza y se encontró con los ojos humanos de un mono gigante.  “Era un cristiano”, sostiene Isihita al describir a un sujeto de más de dos metros, con pelos por todas partes y un olor espantoso. La confirmación de semejante encuentro se vio reforzado cuatro meses más tarde, cuando el “mapinguari” dejó sus impresionantes pisadas, - ¡35 centímetros!-, a menos de diez kilómetros de la ciudad de Cobija, capital del departamento de Pando.  Más aún el 11 de Julio el Prefecto de Pando, Raúl Méndez informa de la presencia del “Yeti Amazónico” en las cercanías de Villa Bush y muestra fotografías de sus pisadas de 40 cm. de largo y 15 cm. de ancho especificando que tien

La phajcha (Cuento)

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(Cascada, catarata)   Algunos estudiosos de las culturas nativas sostienen que los llamados indígenas componen la música de su propia inspiración… I      Estamos en la semana de Compadres.      A las gentes les ha sacudido una especie de repiqueteo espiritual: algo así como una conmoción.  El caso es que no hablan de otra cosa que de la “phajcha”  y del huayñu que tienen que ir a traer para bailar en carnaval… Al parecer la phajcha es un embrujo que les está llamando misteriosa e irresistiblemente.      En este trance están las gentes de los ayllus de Ch’iku Ch’iku, Chaki, Pakasi y otros más que se hallan diseminados a lo largo de los faldeos orientales de la cordillera de Qhari Qhari.      Y día tras día, de todos los rincones de la extensa comarca, surgen los hombres bronceados sobre el camino principal, cortando los atajos, cargados de sus bultos, los pantalones arremangados y sus flautas a la espalda… II  

Los amigos del ahorcado

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LOS AMIGOS DEL AHORCADO *Alcaraz, D. (1980).  El Habla Nacional.  Editorial Lux, La Paz - Bolivia.      Había una vez un matrimonio; el tal matrimonio, trabajando duro, había logrado acumular una gran fortuna, consistente en cuatro  o cinco casas, pon no decir mansiones, amén de joyas, piedras preciosas, libras esterlinas; monedas de plata antiguas, como los tostones, los doblones, los fernandinos, sin que se escaparan los famosos melgarejos.  ¡En talegos!      Y dicen que ambos, es decir, tanto el marido como la mujer, por tacaños que eran, no comían huevos por no botar la cáscara.  Por ese lado, claro, tal vez se podría explicar en parte el hecho de que hubieran podido acumular tanta riqueza.      Bueno, el primer hijo que tuvieron se murió a los pocos meses de haber nacido.  “Dios se lo ha recogido al angelito; debe estar a su lado”, decía la madre.  También el padre  Así, el primer heredero, al hoyo.  El segundo igual.  El tercero… El cuarto… O sea que todos corrían la mis

El juku (Cuento)

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EL JUKU (Cuento)      A las ocho y pico de la noche ya está vacío el campamento; sin siquiera una persona que camine por las callejuelas cubiertas de cuarzos.  Menos por las sendas.  Un vientecillo polar, bajando de la cumbre, penetra hasta los tuétanos.  ¡Alfilerazos!  Y materialmente hace crujir todo: puertas, calaminas y por supuesto, huesos también.      Sólo los serenos están fuera de sus casas metidos en las casetas que les sirven de refugio, cumpliendo su turno de vigilancia, escalonadamente.  De alguna manera tratan de entrar en calos.  Golpean los pies en el suelo.  Con el resuello tratan de calentar las manos.  Mientras el vientecillo cruza serruchando la puerta.      Por encima, de paso, se oye algo que se sacude rítmicamente. “¿Qué puede ser?” pensando salen afuera.  El pitillo les cuelga de los labios, y en el carrillo en “acullico”.  Echan la cabeza atrás y exclaman: “Juku”.      Está cruzando una sombra c